sábado, 21 de septiembre de 2013

LA HORA CABANA

Aquella mañana el arresto del ex presidente, Alejandro Toledo y de muchos congresistas  transformaría la manera de hacer justicia en el Perú. El congreso acababa de culminar una sesión histórica, donde se aprobó un nuevo proyecto de ley  sobre el arresto y  sentencia  penal, a las autoridades que incurran en la corrupción, es decir que ningún político iba hacer inmune ante la justicia. 
 Alas ocho de la mañana, Toledo salió contento y ufano rumbo al congreso, confiado que saldría libre de polvo y paja, como salen todas las autoridades, sin presagiar que minutos más tarde los oficiales lo esperarían para arrestarlo. Codujo su BMW, acompañado de su esposa Eliane Karp y de su abogado para  preparar un artilugio legal con el fin de evadir a la justicia.
Días antes, había salido un mail  y una factura de arbitrio, donde se corroboraba la participación en la empresa Ecoteva y el pago de 3 millones de dólares de la hipoteca de su casa en Camacho, a ello se suman los inmuebles de su suegra ,Eva Fernenbur.
En el congreso,  el caso se había vuelto insostenible porque muchos políticos e incluso la comisión de ética, habían incurrido en delitos de corrupción y hasta ese momento  ninguno fue sancionado, lo que generó constantes manifestaciones, sin embargo no se atendía las demandas de los ciudadanos, hasta que la  opinión pública estalló. El país había entrado en una  crisis política, incluso muchos aprobaban la disolución del congreso.
La presión de la opinión pública se había vuelto insostenible, así que el congreso, en medida desesperada, decidió enmendar su error, tratando de aprobar una ley que le devolviera la credibilidad, y para eso tenían que rodar cabezas. Aquella mañana Toledo apareció en el congreso para dialogar con su partido, pero más grande su sorpresa al percatarse que varios oficiales le estaban esperando, uno de ellos le esposó y dijo:
-Señor Toledo- queda arrestado- cualquier cosa que diga será usado en su contra ante un tribunal--Soy  nocente – Toledo atinó a decir.                                                                                                                                                -No toquen a mi cholo sagrado-





Franco Bravo Tejeda


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